Ser
culturalmente receptivo es una característica esencial y necesaria para
nuestras interacciones con los demás. También es de vital importancia en el
contexto de la educación. Las siguientes partes proporcionan cinco estrategias
esenciales para que los educadores puedan hacer que sus entornos de aprendizaje
sean más receptivos desde el punto de vista cultural.
1. Conoce a tus alumnos
Conocer a tus alumnos es
fundamental para diseñar un plan de estudios e impartirlo. Los formadores deben
comprender los comportamientos, los antecedentes y los retos de sus alumnos
para poder abordarlos. Una forma eficaz de conocer a los estudiantes es
romper el hielo en las primeras reuniones de clase. Esto puede lograrse
mediante breves preguntas de encuesta, inventarios de estudiantes, entrevistas
o preguntas que pueden adaptarse para ser cada vez más sofisticadas según el
nivel de los estudiantes. Las preguntas pueden incluir información sobre lo que
les gusta y lo que no les gusta a los estudiantes, sus intereses personales,
sus responsabilidades fuera de la escuela y, especialmente, sus opiniones sobre
los cursos y/o los profesores que perciben como eficaces o ineficaces. Muy a
menudo, los estudiantes comparten experiencias personales que les han afectado
profundamente. Obtener este tipo de información puede ayudar a los educadores a
satisfacer mejor las necesidades de sus alumnos. Realizar comprobaciones
periódicas con sus clases le ayuda a mantener actualizados sus conocimientos
sobre los alumnos. A veces, durante un semestre o un año escolar, las
situaciones pueden cambiar. Los estudiantes pueden quedarse sin hogar, lidiar
con un padre que se vuelve a casar o se divorcia, o enfrentarse a sus propias
circunstancias de cambio de vida. Cuanto más sepamos sobre ellos, mejor
podremos empatizar con su situación y ayudarlos.
2. Sé consciente de tus
propios prejuicios
Los prejuicios tienen muchas formas y a menudo se derivan de las
visiones del mundo inherentes que se nos enseñan durante la infancia. Nuestras
creencias y preferencias vienen determinadas por nuestra educación, familia,
amigos y compañeros. Pueden estar relacionadas con diferentes cuestiones como
la religión, el género, la cultura, la educación, o algo menos consecuente como
la alimentación o el aspecto físico.
En un entorno educativo, la parcialidad de los profesores suele ser un
verdadero problema. Suele pasar bastante a menudo que los alumnos sienten que
su profesor es injusto o que su sistema de poner notas no es coherente de un
alumno a otro. Esta percepción puede ser exacta o no, pero sin duda no ser
consciente de tus prejuicios puede influir en las decisiones pedagógicas. Por
ejemplo, los profesores pueden rebajar las expectativas en función de la
cultura y/o el color de un alumno en una comunidad predominantemente blanca y
de clase media. Los prejuicios inconscientes también pueden contribuir a un
pensamiento erróneo. Por ejemplo, pueden hacer que un profesor piense que las
mujeres no pueden sobresalir en matemáticas o que los alumnos introvertidos y
callados no entienden la lección por su escasa participación. Reconocer que
todos tenemos prejuicios no los cambiará. Aun así, puede ayudarnos a tomar
decisiones más informadas y a valorar las diferencias desde diversas
perspectivas para no fomentar la desigualdad.
3. Transforma tu pedagogía y
tu programa de estudios
Profesores hoy en día están revisando con más atención cómo facilitar
clases culturalmente receptivas debido a la gran necesidad de este tipo de
educación en nuestros tiempos cambiantes. Mientras algunos comienzan a trabajar
hacia lograr cambios significativos, hay medidas específicas que los profesores
pueden tomar para transformar tanto el plan de estudios como sus prácticas
pedagógicas.
Se pueden aplicar varias
estrategias diferentes en el plan de estudios en tres áreas: contenido del
curso, metodología y evaluación.
3.1
Contenido de los cursos culturales
En primer
lugar, cuando se trata del contenido, los materiales y los textos utilizados en
el aula deben reflejar la diversidad de los alumnos en clase y la diversidad de
los colaboradores en el campo de estudio o la disciplina. Los profesores
también deben reconocer que sus elecciones de lecturas, ejemplos, analogías,
vídeos y otros contenidos pueden estar sesgados o reforzar los estereotipos.
También hay que revisar el plan de estudios para garantizar que no haya formas
ocultas de opresión. Todas las actividades utilizadas en clase deben crearse
teniendo en cuenta su impacto en los alumnos.
3.2
Metodología significativa
En segundo
lugar, la pedagogía debe ser inclusiva, lo que significa que el trabajo del
curso debe ser significativo para los estudiantes, diseñado para animarlos,
satisfacer eficazmente sus necesidades e invitar a la colaboración. Los
profesores deben asegurarse de que se utilizan técnicas de aprendizaje activo
variadas y frecuentes. Esto puede incluir discusiones, trabajo en grupo,
aprendizaje experimental, debates, presentaciones y proyectos en equipo, por
nombrar algunos. Las actividades y las lecciones deben presentarse de múltiples
maneras para abordar los diversos estilos de aprendizaje de los alumnos.
Permitir que los alumnos reflexionen sobre lo que han aprendido puede
proporcionarles una visión de su progreso y de las áreas que pueden necesitar
más atención, pero también puede reforzar el aprendizaje y ayudarles a
establecer conexiones con sus propias experiencias vitales.
3.3
Evaluar las valoraciones
Por último,
en el ámbito de la evaluación, podemos utilizar múltiples medidas para valorar
el aprendizaje y la adquisición de conocimientos de los alumnos. Se debe
invitar a los alumnos a compartir sus conocimientos de diversas formas, como
los exámenes tradicionales y las redacciones rápidas, los deberes, las
respuestas a las preguntas de la clase, los debates en grupo y las evaluaciones
auténticas, como las entrevistas sobre la historia de la vida o los relatos
personales para demostrar y personalizar el aprendizaje. Los estudiantes
deberían poder acumular puntos de calificación de varias maneras, no sólo a
través de exámenes parciales y un final. Por último, los profesores deben
comunicar la finalidad de las tareas y actividades, así como los conocimientos
y habilidades que se adquieren al realizarlas.
4. Respeta y fomenta la
cultura del estudiante
Cada alumno llega a nuestra clase con un conjunto de comportamientos,
creencias y características que lo hacen único. A esto se suman los sistemas de
valores, las lenguas, las creencias religiosas y los modos de vida que también
contribuyen a su identidad. Al valorar la cultura de cada alumno, contribuimos
a su autoidentidad, que a su vez influye en su éxito académico. Los profesores
pueden adoptar la cultura en el aula de muchas maneras.
Hay que animar a los alumnos a escuchar con eficacia, y esto es algo que
el profesor puede modelar con una buena capacidad de escucha. Los estudiantes
deben tener la oportunidad de compartir sus sentimientos, creencias, valores y
perspectivas. Hay que enseñarles a recibir y aceptar esta información sin dejar
de respetar las diferencias de sus compañeros. Deben incorporarse a las clases
actividades y oportunidades de aprendizaje que permiten a los alumnos celebrar
su propia cultura y la de los demás.
Los métodos de enseñanza y las prácticas pedagógicas son otra forma de
apoyar y apreciar la cultura y la lengua del alumno. Incluye lecturas, vídeos,
poemas, canciones y otros materiales en los que tus alumnos vean y escuchen a
personas que se parecen a ellos. Invitar a oradores a la clase o participar en
un evento en línea es otra forma de adoptar la cultura de tu estudiante. Dedica
tiempo a entender a tus alumnos para poder enseñarles diferentes orígenes
culturales e intereses.
5. Implica a la familia y a
la comunidad
Hacer que un aula sea más receptiva culturalmente significa involucrar
a las familias y a las comunidades en la vida académica de los estudiantes. La
investigación ha demostrado que cuando los padres y las comunidades se
involucran, los estudiantes tienen más oportunidades de asistir a las clases
con regularidad, completar las tareas y obtener mejores calificaciones, por
nombrar algunos resultados. La implicación puede darse de varias maneras, como
la crianza de los hijos, la comunicación, el voluntariado, el aprendizaje en
casa, la toma de decisiones y la colaboración con la comunidad.
Los educadores deben comunicarse con las familias no sólo cuando hay un
problema de disciplina, sino también cuando ocurre algo positivo. La
comunicación abierta y honesta con las familias puede conducir a una mayor
confianza y a desarrollar una relación enriquecedora que permita a los
profesores hacer preguntas y aprender más sobre sus alumnos. Puede ser muy útil
ponerse en contacto con los padres antes de que comience el curso escolar y
ofrecerles medios para comunicarse contigo. Los profesores pueden incluso
invitar a los padres a completar una encuesta de interés para entender mejor a
sus alumnos. Muchas escuelas también garantizan la disponibilidad de
traductores para las familias y les proporcionan bonos de transporte para que puedan
asistir a las reuniones y eventos escolares. Por último, dedicar tiempo a las
conversaciones espontáneas y a las revisiones orgánicas permitiría a las
familias sentirse más incluidas y cómodas.